Renuevo imagen del blog, acorde con los tiempos que corren y acorde a mi estado vital. El blog no cambia, seguiremos frikeando juntos, no os preocupéis. Así que a ello.
Hace semanas que estrenaron Los Vengadores, quiero exponer algunos puntos de vista que me surgían al ver o meditar la película. No voy a analizarla desde
el punto de vista cinematográfico. Para mí es puro divertimento visual, guión
convencional pero muy funcional y diálogos chispeantes. Todo tiene ese halo a
lo Whedom de Firefly (y Serenity, claro) que me encanta. Creo que los
personajes están bien tratados. Todos tienen su momento excepto, quizás, Thor:
para mí el menos cuidado en la película. Incluso Ojo de Halcón tiene su espacio
bien definido, pero me parece que Thor está un poco arrinconado. Aparece un
poco gris y desdibujado; y eso que el villano es su hermanastro. Hulk es
soberbio, para mí lo mejor de la película. Y eso que viene en desventaja, de
dos películas (fallidas ambas, pero mi corazoncito tiene su lugar especial para
el monstruo atormentado de Ang Lee). Por supuesto Iron Man es el pilar, qué
genialidad fue darle el personaje a Robert Downey Jr. Cómo lo ha hecho suyo y
qué bien le sienta esa pose irónica y sarcástica a la película. Y le sienta muy
bien contraponiéndola al Capitán América, verdadero eje vertebrador del
argumento que quiero desarrollar aquí. El Capitán América es un personaje,
vamos a decirlo, un poco ridículo. Ridículo ahora, los años no le respetan ese
halo de superhombre (como cualquiera de nosotros, sin poderes especiales más
allá de llevar las capacidades físicas al límite; ya, ya, ni más ni menos) que
tenía en los 40. Y eso Whedom y la película lo explotan muy bien. En un momento
de la película el Capitán le dice al Agente Coulson: "Las barras y
estrellas están pasadas de moda". Aquí nos muestran ese proceso de
evolución del concepto de patriotismo desde la época propia del personaje, los
años 40, a su despertar brusco en la actualidad. Ya es consciente que las cosas
tienen otro color. También, en plena batalla final, intenta dirigir a un
oficial de policía, el cual le dice: ¿Y por qué tengo que obedecer sus órdenes?
Esto sería impensable en su época, el mito era incuestionable. Ahora tiene que
recuperar ese lugar en el mundo, debe volver a demostrar quién es y por qué hay
que seguirle y obedecerle. Ese proceso es el más duro para Steve Rogers, más
que cualquier enemigo imaginable, y aventuro que será la vía a explorar en la
segunda parte de su franquicia.
Como decía, el personaje es anacrónico. El disfraz es ridículo. El
personaje de Coulson le dice "yo he ayudado a diseñar su traje
nuevo"; él, su mayor fan, que coleccionaba sus cromos de pequeño; que lo
ve con ojos de antaño, sin la suficiente distancia y objetividad para pensar en
algo más funcional. Porque, queridos amigos, eso es sobre todo, en mi opinión,
lo que falla en las películas de superhéroes, ese trasvase literal de las
iconicidades. En el cómic, el traje, funciona mejor. El cómic es algo pop (en un
sentido Pop Art) en sí. En una película, con personajes reales, actores
disfrazados, hay que tener mucho cuidado para transmitir verosimilitud. Eso
funciona en todos los demás vengadores: La viuda negra y Ojo de halcón llevan
trajes de agentes de SHIELD, Iron Man es una súper armadura, Thor lleva la ropa
de su mundo, Hulk va "a pelo". No hay disfraces, eso es lo que
funciona de la unión en la pantalla, por eso no hay que justificar a nadie.
Salvo al capi, de ahí los apuntes que he dado, las excusas que van dejando los
guionistas para que nos creamos al personaje. De ahí el título del artículo:
las mallas no son ridículas y, si lo son, explicamos porqué están ahí y tienen
que estar: Porque tenemos que insertar, adaptar, al Capitán América en este
mundo actual.
Así, en mi opinión, consiguen que la película no chirríe en ese
aspecto. Las relaciones entre los personajes son brillantes (de la forma en que
nos tiene acostumbrados Whedom), los diálogos ingeniosos y chispeantes y, como
señalaba anteriormente, alejada de trascendencias vanas o tormentos
psicológicos vacuos. La película se sabe de superhéroes y no se toma en serio a
sí misma, la épica se salpica de humor, gran acierto de los creadores.
Más allá de consideraciones categóricas de si es la mejor o la
peor película de superhéroes, si la comparamos (como decía un amigo) con Plácido o con La Dolce Vita (absurdo) o hacemos historia con ella
antes de que, siquiera, salga de las salas de cine, tenéis que reconocerme lo
bien que se pasa. Nada más y nada menos, ¿os parece poco en estos tiempos, tan
malos para la lírica? ^_*
3 comentarios:
En La Palanca parece que tiene menos texto y da menos pereza leerlo... muy buena, por cierto, la reflexión
Gracias Dani!
En La Palanca todo sabe mejor, eso está claro...
Viva la Masa...! Interesante reflexión.
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