miércoles, 13 de julio de 2011

ASTERIOS POLYP: Reivindicando el lenguaje del cómic.

He terminado de leer recientemente la novela gráfica de David Mazzuchelli cuyo nombre titula este artículo. Más allá de hacer una lectura crítica del libro (sólo apuntaré que es muy bonito, tanto en lo literario como en lo plástico) quiero analizar brevemente el uso que hace de los lenguajes del cómic. Léase: onomatopeyas, símbolos cinéticos, metáforas visuales y demás recursos de que dispone el noveno arte. Mazzuchelli no los oculta, los exhibe más bien.


Esto no sería de destacar si no estuviéramos en un momento en que los creadores huyen del lenguaje. Me refiero a aquellos que trabajan el campo del cómic de autor, cómic para adultos (que no X), cómic de novela gráfica. Evidentemente el manga, el infantil o los superhéroes utilizan estos recursos de forma generosa. Pero hay una corriente de creadores que identifican este uso de onomatopeyas, símbolos cinéticos y demás con algo que quita realismo o verosimilitud a su obra. Como si el hecho de reforzar un movimiento con una onomatopeya, por ejemplo, sacara la historia de su “seriedad”. Traigo como ejemplo un cómic soberbio y maravilloso para argumentar mi discurso, el V de Vendetta de Alan Moore y David Lloyd; Lloyd en lo artístico prescinde de cualquier elemento tebeístico. En la explosión de una persona

o en la del campanario del Big Ben no hay ninguna onomatopeya que anuncie

la explosión, la cual queda sorda. En mi opinión, esto lo hace Lloyd y otros creadores para crear un cierto efecto cinematográfico, como si el hecho de utilizar elementos idiosincrásicos de la historieta rompiera la “formalidad” de su dibujo. De hecho, en una coferencia en el Cómic Corner de la Biblioteca Regional de Murcia, Lloyd decía que odia utilizar estos recursos lingüísticos del cómic. De este modo adoptan, estos creadores, una cierta postura de sumisión e inferioridad con respecto al cine, quizá el Arte que más se le parece. Como si el hecho de hacer parecer un cómic a una película colaborase en su aceptación. Para mí, esos recursos, utilizados por los grandes creadores de toda la breve historia del cómic, son los que hacen que sea un lenguaje autónomo, con una personalidad propia que le otorga ese halo de gran manifestación cultural que, sin duda, posee.

Mazzuchelli demuestra que el uso de onomatopeyas y demás no resta un ápice de verismo y de seriedad a la historia, que sigue siendo tan personal y tan creíble como tiene que serlo, independientemente del apoyo de los recursos estilísticos o no. Además, el autor, demuestra cómo se puede investigar y avanzar en el uso expresivo del dibujo en aras de la creación de un estado mental de los personajes. Me refiero a la soberbia resolución de los conflictos de Asterios y su pareja en forma de estilo de dibujo. Si miramos la imagen


vemos que cuando se desencadena el conflicto entre ellos dejan de formar parte del mismo universo gráfico y ella pasa a ser un dibujo modelado en sombras magentas y él una especie de muñeco tridimensional azul. Esa separación muestra de forma magistral como, en esos momentos, dejan de formar parte de una misma realidad emocional y se ha creado una distancia entre ellos.

Dejan de ver las cosas desde el mismo enfoque, como lo hace una pareja que está positivamente enlazada. Mazuchelli investiga caminos que demuestran todo lo que se puede avanzar en el campo de las historietas, un arte que lleva apenas un siglo de andadura. De este modo, forma parte de la corriente (con la que yo también me identifico) de autores que reivindican una independencia estilística y una personalidad propia del cómic, que reivindican a los Feininger, Sterret, Cannif y demás. Aquellos que dan sonido al tebeo con la onomatopeya, movimiento con el símbolo cinético, estados de ánimo con la metáfora visual o dramatismo con el encuadre y el punto de vista. Planos que no inventó Griffith en su cine, sino McCay en su genial Little Nemo.

Investigad por ahí, si no me creéis...^_*

(ARTÍCULO APARECIDO EN "LA PALANCA DE CAMBIO" DE ESTE MES.)

No hay comentarios: